La poesía no se encuentra en las cosas
sino que se desprende de ellas
como el fruto que cae del árbol
cuando está cansado de estar maduro.
No invocamos a la poesía
ella nos llama como una sirena noble
ante la cual no debemos taparnos los oídos
como el valeroso Ulises
recomendara a sus compañeros.
La poesía no tiene lugar alguno
y sin embargo habita todas las cosas
así como Dios y los recuerdos
yacen agazapados en la materia.
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