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Hay en este mundo demonios de poca envergadura que suelen caminar bien erectos como el pene de hombre sin rostro. Dice una vieja leyenda que llegaron hace miles de años provenientes de un lugar que en nuestros días puede resultar un ridículo o bien un sinsentido. Según los antiguos maestros dominaban el arte de deletrear universos con la misma facilidad que un hombre promedio deletrea a una mujer promedio su amor promedio. Además se cuenta que son ellos los padres del rayo y que toda tormenta empieza con un gran eructo lanzado al aire por estos colosos. Yo he leído en libros ,rescatados del cementerio de los cajones, teorías sobre su posible vinculación con el olvido. Uniendo cabos he llegado a creer en su divino talento para hacernos dudar, mientras mi padre me reprocha con una mirada luego de terminar de prender la ultima vela a su custodio, tras beber la ultima gota de sangre de este sacrificio. Luego de tanto dogmatismo he optado por cortarme este miembro y poner en su lugar una boca bien letrada que sepa decir todas esas cosas que suelo callar cuando la mente se me cae hasta la altura de la entrepierna.