Iquique se engalana de historia
en sus balcones cuelgan ornatos
como de las piedras del desierto
cuando el viento cruza cantando
serenatas escritas para el tiempo
que solo el cielo claro reconoce.
Iquique se engalana de historia
bajo la torre del reloj de la plaza
los arcanos fantasmas se reúnen
y conversan sin que lo notemos
de cosas que las piedras, así es
las bellísimas piedras del desierto
han escuchado hablar siempre.
Porque todo en Iquique ha besado
los labios oceánicos del tiempo
desde los perros con sus jaurías
hasta las polvorientas veredas
donde pernoctan los borrachos
y el olvido toca su triste guitarra.
Iquique se engalana de historia
y la noche es un pañuelo negro
que el sol arroja sobre el asfalto
cuando las gaviotas se zambullen
tras la frágil cornisa del horizonte.
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