Porque soy un hombre triste y sonrío cada vez que lo pienso. Ya no le temo a la tristeza, de hecho me parece ridícula la placidez del alma después de llorar el mundo. Después de caer en el cálido vientre de la angustia y sus solares. La única cicatriz indeleble del hombre es el miedo. Nada somos ante los fantasmas cuando la noche se nos tiende a los pies del sueño y nos vemos acorralados por las voces que murmullan, sin parar, las inhalaciones hasta que nos encuentra la muerte. Porque el tiempo habita en la melancolía y jamás llegarán a Roma los caminos de la felicidad. Por más que insistan buscar el perdón en un trozo de madera los inocentes amantes de la fe, los comediantes del Apocalipsis: Es en el dolor que florece la sabiduría. Tallaré entonces en la bruma del pasado una lista con todos los miedos del presente y me dejaré doler, como una mañana de otoño, deshojando cada una de las estrellas con mi llanto cuando llegue el día feliz de mi partida. P.D:Hasta siempre. |
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En la presente selección de textos se encuentran bosquejados años de vida, en los cuales lo único que jamás me ha abandonado ha sido la inquietud poética. Las temáticas son variadas, pasando desde problemas hondamente cotidianos, para luego adentrarse en ciertas intuiciones filosóficas que han sido garabateadas en algunos versos. Su participación como lectores es de altísima importancia, puesto que ustedes son, al final de cuentas, quienes me ayudarán a configurar los libros que, a partir de este espacio en la red , proyecto para el futuro.
Bienvenidos
Mauricio Mena Iturriaga
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Mauricio Mena Iturriaga
martes, 3 de mayo de 2005
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