A Carla
Hay silencios atroces
como el de los álamos a mediodía
o como el de la flor de la cereza
cuando se precipita callando,
espantada por el feroz grito del otoño.
Hay silencios atroces
Hay silencios atroces
como el de una mañana de domingo,
como el de un despertar aciago:
¿Cuál era tu nombre? ¿Es tu cama o la mía?
También hay de esos incurables
como el del sol cuando sobre el horizonte
se sumerge enfermo de tanto día.
Pero eso sí, hay uno en entre todos
que devasta para siempre esta frágil calma fría
y ese es el de tus manos cuando, alejándose,
dibujan sobre mi piel su última caricia.
2 comentarios:
gracias gracias graciaaaaaaaaaaaaas!!
me encanto, bueno, los dos en realidad...te amo!!
De verdad, eres genial.
Y aunque suene algo... mmm, desmesurado :P, te admiro :D
Ojala que puedas lograr todos tus sueños (cosa que es compleja en estos dias peligrosos para los soñadores =/ ) con respecto a la belleza de las palabras..
Saludos.
PD: soy el Cristian, tu compañero de filosofia :D
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